No hay sabor que pueda compararse al de la anticipación,
cuando lo que prevemos no es nada más ni nada menos que nuesros propios sueños.
En este mundo de Café Toscana, los aromas que se desbordan de las tazas, de los hornos y de las sonrisas en silencio de los
comensales solitarios, son dulces, intensos y profundos, porque saben a
anticipación.
El momento presente, alimentado por la recreación
de las imágenes ideales de los recuerdos de nuestro futuro, se sacia con felicidad
pura, pues aquél que se atreve a soñar y sobre todo a creer en que esos sueños
pueden realizarse, ya no tiene que preocuparse por la logística en cuanto al
cómo, cuándo ni dónde. Vive tranquilo y contento, porque saborea la emocionante
sensación de la anticipación.
En el ambiente flota el aroma que sólo algunos
que anticipamos los sueños conocemos, huele a granos recién molidos de café y a
esperanza.
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