Los Déjà vu en la escritura

 

¿Has tenido algún “Déjà vu”?

Esos momentos en los que parece que algo que estamos viviendo, ya lo habíamos vivido, un déjà vu, expresión francesa que literalmente significa “ya visto” y que utilizamos para resumir la sensación que nos asalta instantáneamente con la idea de conocer algo o haber estado en un lugar, de los cuáles no tenemos referencia previa, al menos en esta vida.


A mí en lo particular me han sucedido en la escritura, desde mi primer manuscrito de Café Toscana en el que describí lugares de Italia que no había conocido antes, con ciertos detalles que sólo podían obtenerse después de haber puesto un pie en ellos y que confirmé sorpresivamente al visitarlos después.


Hay un déjà vu entre mi catálogo de curiosidades, el que a continuación les comparto, que hasta el momento me sigue pareciendo uno de los más impresionantes. 


Visitaba Italia por segunda vez y tenía la gran inquietud de conocer la provincia de Trento debido a que atendiendo a una sugerencia de una persona muy apreciada para mí, en mi novela de “Sonidos bajo el agua”, que en ese momento estaba prácticamente terminada, utilicé al Lago di Caldonazzo como marco de fondo para el accidente que ocurre en una manera muy específica en la historia debido a las condiciones que presenta su carretera, aunado a que en esa región existe un alto índice de habitantes que sufren de depresión por las condiciones climáticas de los duros inviernos.  
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La descripción de los eventos en la novela respondía a las imágenes que recolecté en la red, además también había sido necesario el establecer un hospital psiquiátrico en el que uno de los personajes, Anna la paciente esquizofrénica, aguarda la primera gota de lluvia mirando al horizonte, para convertirse en el detonador e hilo conductor de todos los eventos en la narración.

¿Escrito a partir de un déjà vu?

La escena en mi mente al escribir este pasaje de la historia, provenía solo de mi imaginación:

“Nuevamente la pieza del rompecabezas que esperaba obtener se esfumó. Además me han informado que la enfermera que me contactó y logró intrigarme lo suficiente con todas sus suposiciones para venir aquí, no se encuentra en la institución. El lugar es deprimente, sabía que se trataba de una institución mental pero la realidad supera a la imaginación. De cualquier modo no estoy dispuesta a irme con las manos vacías, aún puedo insistir un poco antes de que lleguen por mí. Acordamos que yo tomaría un taxi hasta aquí y a pesar de su decisión de no acompañarme a la entrevista, él vendría a recogerme a más tardar a las seis. Si no consigo nada al menos me permitiré un profundo respiro ante el espléndido paisaje que se aprecia desde este lugar hacia ese inmenso campo abierto, lleno de sol, con el lago enclavado al horizonte, un lugar con una vista envidiable para cualquier otro a quien por estar en su juicio le sería negado como hábitat permanente.” (Extraído de la página 11 de Sonidos bajo el agua ©).

Lago di Caldonazzo

Guiada de la persona de cuya sugerencia hice uso, después de haber atravesado la carretera que en paralelo al lago de Caldonazzo nos condujo hasta Pergine, tal como lo describía en el manuscrito. 
Más tarde insistí en buscar el Instituto Psiquiátrico, no había una referencia específica fuera de tener la certeza de que existía uno en aquel lugar. 

Vista de la fachada en 2009
Mientras recorríamos a carro la pequeña ciudad, me llamó la atención un edificio que se apreciaba a lo lejos en la cima de un monte, mi compañero ignoraba lo que allí se localizaba, no obstante me complació siguiendo el camino que nos llevó hasta él.

Típicamente en ese tipo de provincias en Italia, es frecuente encontrar castillos o mansiones antiguas que muchas veces se encuentran abiertas como museos para los turistas, pero no era este el caso.


El lugar se mostraba un tanto decadente, aunque lo primero que me dio escalofrío fue el observar que hubiera rejas protectoras en algunas ventanas, no había ninguna persona cerca, parecía estar abandonado aunque se encontraban algunos vehículos estacionados.





Sin tener acceso al lugar, pude tomar fotografías desde afuera. Había un mirador que presentaba una vista que acabó de sorprenderme, el Lago di Caldonazzo “a campo abierto enclavado en el horizonte”. 


Vista del mirador en 2009


Casi no podía creer que existiera un edificio que contara con las características que yo había dotado al Psiquiátrico en donde Anna estaba internada, pero lo que me dejó realmente impactada fue el descubrir más tarde que aquel sitio, en realidad había sido una Institución psiquiátrica.





Un amigo de mi amigo confirmó haber colaborado como voluntario en aquella Institución que ahora se encuentra en un total abandono, antes conocida como Villa Rosa.

Villa Rosa, actualmente abandonada


Nunca pude explicarme cómo es que una imagen tan poco convencional para la descripción de un hospital psiquiátrico más allá de ocurrírseme, siquiera existiera en la realidad.
Cuando escribo, hay escenas que tan solo de recordarlas vienen a mi mente más allá de las letras, se presentan como imágenes. En este momento confronto la imagen del pasaje de la escritura con la que experimenté en la realidad y son tan parecidas, que me hacen creer en esa magia que existe en el Universo del subconsciente.

Recuerdos del futuro, de lo vivido o de otra vida...

Esos “recuerdos” de aquello que no hemos vivido y que aparentemente nuestra mente recuerda han de ser las acotaciones de un destino ineludible, tal vez para una aprendiz de las letras, como yo, resulten la inspiradora puerta a un mundo que se vuelve cómplice al relatarnos secretos que se anticipan a nuestro paso o quién sabe, tal vez en lugar de tratarse de recuerdos del futuro, sean recuerdos de otras vidas, trazas que se conservan en nuestro ADN, pinceladas de polvos de estrella en nuestra alma.

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