Nuestra Torre de Babel

Sobre el origen de la Torre de Babel como un mito fundacional, existe una gran diversidad en las interpretaciones por las distintas religiones y puntos de vista de filósofos, historiadores e investigadores a lo largo de la Historia, aunque  con respecto al efecto consecuente de su creación, la mayoría coincide en que como un designio divino dio lugar a las diferentes lenguas habladas por los pueblos.



Es un hecho que además de la barrera del lenguaje, a la comunicación efectiva entre los individuos hay muchos otros obstáculos que agregarle, y hoy en medio de las circunstancias a las que nos enfrentamos, la idea de la Torre de Babel, me parece una imagen bastante descriptiva.

En las redes sociales, en noticiarios y entre los contenidos que compartimos con el móvil, se hablan lenguas muy distintas, muy a pesar de hacer uso del mismo idioma, no nos estamos entendiendo.
Las batallas épicas entre extraños que critican las posturas de otros con gran agresividad, son de lo más común en las publicaciones que pululan en las redes.
Los muy específicos intereses creados, fomentan contenidos con información malintencionada y deformada en muchos medios.

Y es que tal vez el efecto del encierro ya nos esté sentando mal, el peso de la incertidumbre puede convertir a cualquier gato manso en león enjaulado, porque lo que está en juego hoy, es la vida delante de la muerte, la subsistencia económica delante de la zozobra financiera, el mantener a flote proyectos en los que los empresarios han dejado su vida y los emprendedores sus sueños, el colapso económico mundial.
Las apuestas son muy altas y parece que la partida la está ganando la desesperación, con el tiempo que aún nos falta…

En estos momentos es sumamente importante el ser selectivos con la información de la que nos alimentamos, mucha de ella puede hacernos daño, conducirnos a un estado depresivo y hasta convencernos de que la posibilidad de cambiar no es factible.

De entre esas frases ingeniosas que circulan, leí una: “si no puedes ir afuera, ve adentro”, con lo valioso y profundo de ese pensamiento me quedo, procurando responder el para qué, además de la preservación desde luego, dentro de un entendimiento del todo y de todos, pudiendo comprender la logística de nuestro acontecer cotidiano, como una pausa que abre el espacio para cuestionarnos el quiénes somos, por qué hacemos lo que hacemos, qué nos motiva, qué nos está erosionando el alma, para luego asomar la cara por la ventana y reconocer al vecino, al prójimo, al que está dispuesto a ayudar o a criticar, a colaborar o sabotear, a acariciar el cambio hacia un mundo mejor o a propiciar el caos.

Hay que ir hacia adentro para saber qué clase de personas somos y qué clase de personas deseamos ser.

Igual que con la Torre de Babel, algunos señalan que fue la ira de Dios la que dio origen a las distintas lenguas como un castigo, pero otros lo interpretan como un reto en el que instó a la humanidad a esforzarse por entender a los demás, a aprender a comunicarse con los otros, ¿no sería una buena idea, dejar de pensar en castigos y empezar a construir puentes en lugar de torres, que nos comuniquen con las circunstancias de otros, que nos fuercen a redimensionar el formato de esta estructura cotidiana, para conducirnos a un bienestar mayor?

Veamos a este lapso como a un activo invaluable, en el que invertir nuestro pensamiento creativo, en cualquiera que sea nuestro campo, y al lado de las personas que tenemos más cerca, nos redituará en la certidumbre de que cuando el diluvio termine, habremos aprendido a hablar de nuevo el mismo idioma.

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