Las cosas que perdemos

 En la vida nos la pasamos perdiendo cosas, desde la infancia cuando perdemos los objetos que en ese momento pensamos son los más preciados, porque son aquellos que nos acompañan la mayoría del tiempo y por fuerza de probabilidades los que más expuestos están de perderse.

Se nos perdían cosas chiquitas o cosas grandes como pelotas que salían disparadas hacia la frontera del "quién sabe dónde", que al final no volvíamos a ver.

¿A dónde se van las cosas que perdemos?

Esas piezas pequeñas de los armables que en aquellos años de mi infancia se llamaban "idema", se perdían después de ser vaciados sobre el piso de juegos siendo atraídos por algún imán invisible hacia esos hoyos negros ubicados en el patio trasero, en los recovecos de algún estante que almacenaba triques, estopa y todas esas cosas que guardamos pero cuando necesitamos usar pensamos que están perdidas. 

Las zapatillas de mis muñecas, las fichas del dominó, las cartas del juego de memoria, la baraja de la lotería o los gises para pintar el avión a media calle, se me perdían todo el tiempo. 

Sin darnos cuenta perdimos la ingenuidad cuando algún descubrimiento durante los primeros días de enero nos confirmó las sospechas acumuladas, haciéndonos encarar una realidad menos mágica.

Así seguimos perdiendo cosas, porque aprendimos a perderlas y mientras las teníamos nunca caímos en la cuenta de que las teníamos, sólo las registramos y echamos de menos cuando dejamos de tenerlas. Nos empeñamos en buscarlas entre repisas, rincones y floreros, caminamos calles buscándolas y nos quedamos con la nostalgia de su pérdida.

Al llegar a la adolescencia nos encargamos de perder casi todo lo que habíamos ido ganando: la sensatez, la cordura y sobre todo la seguridad en uno mismo. Tal vez se quedaron escondidas en las paredes detrás de los posters de nuestras estrellas de rock o perdidas en medio del desorden de nuestro armario, aquéllas virtudes sí que nos tardamos en volver a encontrarlas, si es que con suerte, llegamos a hacerlo.


Entre búsquedas y miradas hacia al pasado, se nos va perdiendo la juventud, en mayor o menor medida porque al final, son pocos los que se detienen a disfrutar del paisaje del presente, muchos menos los que dejan ir el ayer sin lamentaciones. 

"Las pérdidas no se buscan, nos salen al encuentro y no nos dejan más remedio que sobrevivirlas, o vivirlas sin que nos sobrepasen, aprendiendo, construyendo y moviéndonos siempre hacia delante, con el empeño de no perder la razón en el intento".  ©Sonidos bajo el agua

El tiempo no se detiene y mientras sigamos viviendo, seguiremos perdiendo cosas, peor aún, nos acostumbraremos a perder relaciones y seres queridos. Muy probablemente en ese camino extraviaremos adioses y perdones, se nos quedarán en la punta de la lengua o serán imposibles de otorgar por el tiempo perdido.

¿Cuál nos vale más el por qué o el porqué?

Como todas las preguntas inútiles que nos hacemos en la vida, caemos en el continuo de una lemniscata de los por qués, en lugar de abordar con sensatez y responsabilidad a los otros, a los porqués.

Viajaremos en el tiempo para entender el para qué de nuestras pérdidas, procurando comprenderlas y resignificándolas en el duelo, sin apresurarles el olvido para que el alma no se atragante con ellas, mejor soltarlas al fin hacia el limbo de lo perdido, ese hoyo negro que esconde todas la cosas perdidas incluidos los vacíos que nos dejan al perderse, para regresarnos la cordura de continuar con nuestras vidas.

En mi labor de entender las cosas que he perdido a lo largo de la vida, me embarqué en la aventura de escribir acerca de esos momentos tan complejos que vamos viviendo, cuando parece que se nos arrebató un pedazo de historia, igual a la sensación de molestia que ocasionan las hojas faltantes en un libro, o cuando una falla eléctrica nos impide ver el desenlace de nuestro programa favorito; cuando sentimos que en un abrir y cerrar de ojos se nos escapó inexplicablemente una parte importante de la vida.

El resultado de esa aventura es mi nueva y muy próxima publicación: El refugio de las cucharitas de té y otras cosas perdidas. Una compilación de 7 cuentos y un epílogo, con los relatos de personajes que se parecen mucho a ti y a mí, narraciones que muy probablemente te ayudarán a entender desde afuera las pérdidas que estás viviendo, que has vivido o tal vez en algún momento habrás de vivir.

El abordar las pérdidas sin darles la vuelta, enfrentándolas y entendiéndolas, puede convertirse en un punto de inflexión para nuestra visión práctica delante de los problemas y crisis experimentadas en el camino. 

No son las cosas que perdemos las que nos marcan, sino la forma en la que dejamos ir o no esas pérdidas.

En mayor o menor medida nuestros aprendizajes delante de las pérdidas podrán ocuparse como herramientas delante del caos que los sentimientos de vacío nos ocasionan durante las etapas de duelo.

A veces hace falta despegarnos de nuestras situaciones y observarlas desde el punto de vista de un observador externo, en este caso del lector, para internarse dentro de las experiencias de los personajes que hacen posible a esta nueva obra, y reflexionar en cuanto a los temas más cotidianos de nuestra existencia que nos acosan revoloteando como insectos mientras no somos capaces de mandarlos a ese limbo en donde se refugian las cucharitas de té y otras cosas perdidas. 

Es muy importante para mí hablar de este proyecto, porque la inspiración para el primer cuento escrito de esta serie, del cual la compilación toma el título, se basa en un adiós que no pude entregarle a mi padre antes de partir. Una pérdida muy grande acompañada de un adiós extraviado que han venido haciendo eco en mi propio refugio de pérdidas a lo largo de estos años. 

A través de la escritura, que en muchas ocasiones me ha resultado terapéutica, como lo comentaba en una publicación previa, logré despojarme de esa carga tan pesada que nos acumula el sentimiento de pérdida. 

Las demás historias fueron apareciendo como pequeños hallazgos de otras pérdidas que encontraron al fin un desahogo y propósito al volverse narraciones para ser contadas y leídas por lectores en busca de un remedio para el sentimiento de pérdida.

Te invito a conocer esta obra que ya se encuentra disponible en preventa en Amazon para su próximo lanzamiento el 13 de julio.







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